Todos tenemos nuestros tempos…
Después de la tormenta se instauró una falsa calma, la niebla surcaba el cielo sin llegar a tocarnos.
Curiosamente las distancias imponían la necesidad de no remover los vientos, dejaban que los barcos se unieran en su lenta derriba…
Ahora ya no hay mares que nos separen, ahora ya no es una isla donde todo toma otro aroma. Estamos ante la vida en tierra firme, con los pasos de quienes nos rodean, caras que por algún motivo u otro activan la mente y agitan los recuerdos poniendo en duda el mañana.
La realidad se ha impuesto, la niebla ha bajado y planea sobre nuestras mentes. Nos hacen dudar, nos cuestionamos, nos tienta a sucumbir a sus abrazos grises…
Hoy siento sus finos hilos por mi cuerpo, rozándome , como una letanía envuelve mi ser tentándome a abrazarla…
No hay lucha, simplemente el convencimiento que mañana lucirá de nuevo el sol.
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